Volando en Business con el A380 de Air France (Trip Report)

Damas y caballeros, les dejo con el Trip Report de Miguel Sánchez, lector de este humilde blog y con una más que interesante cuenta de twitter que ya deberían estar siguiendo (@MiguelSanJim). Les invito a que suban a bordo de este A380 que une Shangai con Paris donde podrán disfrutar de buena comida y buena compañía (aunque el autor vaya en shorts!!).


No quisiera perder la oportunidad de empezar este trip report agradeciendo a “El Avionista” la oportunidad brindada de colaborar en su blog escribiendo estas líneas. Siempre es un placer formar parte de una comunidad con una compartida pasión por la aviación como la que formamos todos alrededor de este blog.

Se hace necesario, así mismo, remarcar que en ningún momento Air France se ha puesto en contacto conmigo ni ha comprado o participado económicamente en la compra de los billetes, por lo que este report es todo lo objetivo como la opinión de un pasajero que prueba por primera vez la clase Business del A380 puede llegar a ser.

Por último, y antes de empezar con el report, quisiera pedir perdón. Perdón por no ser como mi buen amigo El Avionista y no fotografiar cada mínimo detalle de la cabina. Esta crónica será más literaria que fotográfica. A mí favor cabe decir que el vuelo era plenamente nocturno, tras una semana sin dejar de patear Shanghai y alrededores, y la prioridad era dormir. Espero no aburrir. Abróchense los cinturones porque empezamos:

Aeropuerto de Shanghai-Pudong

Uno, que es ingeniero, cuando va a Shanghai lo primero que tiene ganas es de probar ese gran hito de la ingeniería que es el tren Maglev, capaz de unir el centro de Shanghai con el aeropuerto –que está situado a 30km de la ciudad, en sólo 5 minutos. Curiosamente, y a pesar del enorme ahorro de tiempo que supone el utilizarlo con respecto a otros medios como taxi o Metro, el Maglev suele ir casi vacío debido a su alto precio en comparación con las otras formas de acercarse al aeropuerto.

Desde los tristes atentados de 2016 en los aeropuertos de Bruselas y Estambul, ambos producidos en el lado tierra, los chinos, a diferencia de todos los aeropuertos que he pisado desde entonces, no se andan con chiquitas y plantan de inicio un control de seguridad previo a la entrada al terminal, por el que es necesario pasar todas las pertenencias y maletas que uno lleve consigo.

Tras pasar el control, llego a la T1 del aeropuerto de Pudong sin ser excesivamente tarde. Serían alrededor de las 20:45 y el aeropuerto ya se encontraba prácticamente vacío. Y, creedme, tras siete días en la ciudad china esperando colas y viendo estaciones de tren y de Metro atestadas de gente, impresiona ver una instalación pública sin estar al borde del colapso. Ello ayudó a pasar los trámites de facturación, un nuevo control de seguridad y control de emigración en muy poco tiempo y así poder tener casi dos horas hasta la salida del vuelo para disfrutar del lounge de Air France en el aeropuerto.

Terminal 1 del Aeropuerto de Shanghai-Pudong, no muy concurrida en esos momentos. Muy fan del look “total chándal pink denim” de la señora de la esquina inferior derecha

Nada más entrar en la misma, uno percibe el lujo asiático en el lounge, con paredes de brillante mármol (que me perdonen los fanáticos del lujo, pero no tengo ni idea de si era de Carrara o no), suelo enmoquetado y gran variedad de refrescos, vinos, cervezas y condumio en general.

Lounge del Aeropuerto de Shangai-Pudong. Mármol por doquier. Y, al fondo, nuestro amigo El Avionista con su chándal de viajar en Business.

Un par de copitas de vino blanco y unos riquísimos noodles recién hechos después, me pongo a investigar un poco, descubro que el lounge cuenta con ducha privada y bendigo a todos los dioses budistas por ello. Creedme que, después de todo un día pateando Shanghai con un 95% de humedad, lo último que te apetece es meterte en un vuelo de 10h totalmente sudado.

Haciendo que conozco más vinos que el Marqués de Riscal que venden en Mercadona a 6€ la botella

Tras pedir que me la abrieran la ducha, llegó uno de los mejores momentos del día: poder darse una buena ducha antes de probar el A380. Como detalle curioso, la ducha, además, contaba con un váter de estos japoneses, de los que te limpian el culete con chorritos de agua (me ahorraré el comentar si lo utilicé o no)

Toda esta ducha pa´ mí solito

WC japonés. Mejor no preguntar para qué sirven todos esos botoncitos

Tras haber reposado lo suficiente, tocaba ir al avión para vivir mi primera experiencia probando la clase Business de un A380. Pero no sin antes comentar que la conexión Wifi del lounge era bastante inestable. Y cuando digo bastante quiero decir que en las prácticamente dos horas que estuve allí apenas pude mandar unos Whatsapps y un par de correos. No me cabe en la cabeza cómo en un lounge con tanto usuario de negocios como puede ser el del aeropuerto de Shanghái, Skyteam/AirFrance se pueden permitir tener una conexión de Wifi tan pobre. Punto a solucionar, sin duda.

Lo admito. En los aeropuertos, soy de los que llegan con la hora pegada al avión. No soporto esperar a que abra un embarque y no soporto las situaciones que se forman cuando se abre un embarque, dignas en sí mismas de otro post en este blog. Éste, en cambio, fue bastante ordenado. Tan ordenado que fue llegar y besar el Santo, ya que abrieron al instante, y pude entrar prácticamente sin esperar cola. Ya sabéis, beneficios del embarque prioritario.  J

El embarque fue tan rápido que apenas me dio tiempo a tomar unas fotos del A380 y, de una calidad bastante pobre, además. Pero no todo fue por culpa de mi nula capacidad fotográfica,  y aquí quiero aprovechar para posicionarme totalmente en contra de esas lamas (o dispositivos similares) que se sitúan en las fachadas lado aire de prácticamente todos los aeropuertos con fachadas de cristal. ¿Para qué se ha puesto la fachada de cristal con la intención de generar vistas nítidas de los puestos de estacionamiento al pasajero si luego esas vistas se van a distorsionar y a entorpecer con este tipo de dispositivos? Se hace necesario encontrar una solución de climatización y antirreflectiva que no evite una vista nítida al pasajero. Así se mejoraría la experiencia del pasajero, pudiéndole meter en el cuerpo el gusanillo AVGeek y, además, permitiéndole hacer unas buenas fotos p´al Instagram.

Esto es lo máximo que pude fotografiar del avión. No vale p´al Instagram

El A380 de Air France. PVG-CDG

La disposición de la cabina Business del A380 es de 2-2-2, seis asientos por fila en los que es de vital importancia situarse en los pasillos, ya que, si por algún casual te sientas en ventanilla, no podrás levantarte durante el vuelo sin molestar al pasajero de al lado, que seguramente se encuentre durmiendo.

Disposición 2-2-2 del Upper Deck del A380 de Air France

Tras embarcar, llego a mi asiento 71F y así de primeras ya me agasajan con una almohada realmente cómoda, una manta la mar de amorosa, unos calcetines largos, una percha para colgar la americana que no llevaba y un neceser de baño con algunos productos dentro.

 

Como un niño el día de los Reyes Magos

Neceser de regalo en la clase Business de Air France. No muy sorprendente, de plasticucho.

El asiento Business del A380 de Air France es correcto, con bastante espacio para moverse y poner las piernas, si bien se echa de menos un poco más de privacidad en el mismo, que se podría ganar gracias a orientarlo de otra manera. De buenas a primeras no parece gran cosa si lo comparamos, por ejemplo, con el que ofrecen otras compañías como Qatar, Cathay o incluso American, si bien es cierto que una vez que se pruebas gana bastante.

El espacio para las piernas es realmente amplio y permite a una persona de algo más de 1,80m como yo estirar totalmente las piernas. El asiento cuenta con multitud de funciones y movimientos (incluida función de masaje), permitiendo poner el asiento en posición prácticamente de 180º. El espacio disponible es tal que hasta me podía tumbar lateralmente sin problemas, haciendo que, a mi juicio, y a pesar de una apariencia quizás no tan Business, el asiento fuera sin duda alguna de lo mejorcito que ofrecía la clase Business de Air France en su A380.

El asiento permitía estirar completamente los jamones. Si El Avionista va en chándal en Business… ¡¡YO VOY EN SHORTS!!

Antes de despegar, y como es habitual, la tripulación ofrece una bebida a elegir, así que me tomo otra copita de vino blanco como prolegómeno de un vuelo la mar de placentero.

Tras despegar, llegaba el momento de toquetear el IFE. Pantalla ni pequeña ni grande, con una amplia variedad de entretenimiento correcta, con multitud de discos de música y una buena selección de películas. Eso sí, no esperes doblaje o subtítulos en castellano de ninguna de ellas, ya que todo estaba doblado o subtitulado en latino. Para mí esto no supone ningún problema, pero es algo que es necesario puntualizar.

Si bien el sistema IFE es correcto y cumple con su función, no hay que olvidar que ya se acerca a los diez años de antigüedad, y eso se nota en algunos aspectos como que al sistema en ocasiones le costaba responder o entrar en las opciones seleccionadas. Comparándolo con otros que he podido probar, el que ofrece Level en sus A330 me pareció ligeramente mejor y más actualizado.

Pantalla IFE del A380 de Air France. Sistema IFE bastante completo. Me vi “Faces, Places” en francés y “The Greatest Showman” en latino.

Me estaba quedando ya sopa cuando pasa la tripulación a mi lado para preguntarme por mi elección para cenar. El menú que ofrecían en el vuelo para la cena y el desayuno es el siguiente:

Menú para el vuelo #AF0111 entre PVG y CDG. Tó muy rico y de muy buena calidad

De plato caliente elijo el pollo gong-bao y espero a que me sirvan la cena.

Otro punto a favor de la clase Business del A380 de Air France es la comida. Todo -y cuando digo todo me refiero a todo- estaba riquísimo y en unas cantidades más que suficientes (a mí, que soy de buen comer, me costó acabarme todos los platos). Es en estos aspectos en los que uno tiene esa sensación de exclusividad y se da cuenta de que, al menos por la comida, la clase Business de Air France vale su precio.

Goose foie gras, sweet-and-sour shrimp, minced baby vegetables and pumpkin aspic. Ahí es ná.

Tras una suculenta cena, tocaba sobar, que ya era hora, pero no sin antes curiosear también los baños de la clase Business del A380 y comprobar decepcionado que, en esta ocasión, eran totalmente iguales que los de la clase Turista. Ni una moldura, ni una cestita con colonia, ni un espejito que te dijera lo guapo que vas. Ná.  

Intenté ponerme una película del IFE, pero estaba tan cansado y el asiento era tan tan tan cómodo que, cuando me quise despertar, ya habían transcurrido más de 7h y quedaban escasamente dos para aterrizar. Un lujo poder dormir 7h en un avión, de verdad.

Como quedaba poco para aterrizar, sirven el desayuno. Y toca reiterarse con la calidad de la comida en la Business de Air France. Un desayuno rico y suculento que, junto a haber podido dormir una cantidad indecente de horas para un avión, me sirve para recargar las pilas y estar como un tiro a pesar de ser las 06:00 de la mañana.

Poco tiempo después de finalizar el desayuno aterrizamos sin novedad en Charles de Gaulle.

Durante todo el vuelo la tripulación estuvo simpática y atenta a nuestras necesidades, incluso manteniendo una charla en español con mi compañero sobre la calidad del vino que servían. Por lo que, con mi acento de la Bretaña profunda, toca decir: chapeau por ellos.

Escala CDG-MAD

Una vez aterrizados en Charles de Gaulle, tocaba una escala bastante rápida de 1h y 15 minutos hasta la salida del siguiente vuelo. Lo suficientemente rápida como para, si uno no está vivo y despierto, perderla.

Charles de Gaulle puede parecer un aeropuerto caótico, pero todo está plenamente medido y estudiado. Un people mover nos mueve de una terminal a otra, llegando incluso con tiempo suficiente como para tomar un café rápido en el lounge de Air France de la terminal 2F.

Son las 06:30 de la mañana y la sala está atestada de gente que va a coger una de las numerosas conexiones europeas que tiene Air France desde la 2F entre las 07:00 y las 08:00. El acceso a la misma es un poco desordenado, pero da el tiempo suficiente como para tomar un café y encapricharme de una maqueta del A380 de Air France para recordar esta maravillosa experiencia de mi primera vez en clase Business en el A380. No aceptan cash para pagarla. Bueno, venga, pues con tarjeta. Tampoco tienen una bolsa de plástico en la que poder meter la caja de la maqueta. Esto ya me mosquea un pelín más.

Esta maqueta del A380 me miraba poniendo ojitos y diciéndome: “Cómprame, cómprame, cómprame…”

Salgo del lounge con la sensación, quizás por la gran cantidad de gente que había, quizás por la tardanza de la gente que la atendía en conseguirme la maqueta, de no haber tenido una experiencia realmente VIP, teniéndome que tomar el café sin mucho espacio para sentarme y con la caja de la maqueta de la mano.

A Madrid nos lleva un A319 de Air France con un factor de ocupación realmente bajo. No sé si es por la fecha del año que es, pero es un Martes laborable y de las 142 plazas de la aeronave, no estaban ocupadas más de 50. Desconozco si esto es un hecho puntual o si es la tónica general de alguna de las frecuencias. En caso de ser así, no me extraña que para la próxima temporada Air France haya decidido dejar de operar estos vuelos para cedérselos a Joon, su filial de bajo coste, en un movimiento por intentar revitalizar una ruta con competencia directa de IAG a través de Iberia y Vueling.

Durante el vuelo en A319 sirven un ligero desayuno. La tripulante se extraña de que lo rechace, pero de verdad, tras el espléndido desayuno en el A380 y algo que pude picotear en el lounge de CDG, no me entraba absolutamente nada.

Y esto es todo, amigos. Tras dos placenteras horas de vuelo, aterrizamos en Madrid-Barajas sin mayor novedad.

Conclusión

Muy buena impresión de la clase Business del A380 de Air France. El poder dormir 7h del tirón en un avión y que al aterrizar te encuentres como nuevo es algo que te recuerda eso de qué bien se vuela en Business. El asiento y su disposición hacen que te puedan poner prácticamente 180º horizontal sin problema, y que incluso puedas dormir de lado. La comida servida durante el trayecto muy sabrosa y con las cantidades idóneas para no dejarte con hambre. Y el poder ducharte en un aeropuerto antes de tomar un vuelo de 10h es algo que te da esa sensación de exclusividad que pagas y que, aparte, se agradece.

Como principal punto de mejora, la conexión Wifi del lounge de PVG. Muy mala para el servicio que intenta ofrecer. También se agradecería que el IFE contara con algunos títulos doblados o al menos subtitulados a español no latino (weeey), y una mayor intimidad en el habitáculo del asiento. Pero sabiamente me diréis: “Amigo, para eso ya existe La Premiére

Notas finales:

  • Cabina: 7,5
  • Tripulación: 9
  • Entretenimiento a bordo: 7,5
  • Restauración: 9
  • Lounges: 7
  • Media: 8

 

Icelandair y WOW Air: No hay cama pa tanta gente

Me sorprende la poca relevancia que ha tenido en los medios la compra de WOW Air por parte de Icelandair a principios de semana. Ok, es cierto que ha quedado eclipsada por dos noticias de impacto: la directiva de aeronavegabilidad de Boeing/FAA en relación al accidente de Lion Air y la noticia de la venta del Dash-8 (Q400 para los puristas) por parte de Bombardier, que poco a poco se va quedando sin programa alguno de aviación comercial.

Volviendo a la venta de WOW, lo cierto es que es otro baño de realidad: otra que tenía planes bárbaros de expansión, con compras copiosas de aeronaves y vuelos a precio de derribo, en cuanto el zumo de dinosaurio ha vuelto a subir, ha tenido que venderse a precio simbólico a la aerolínea de bandera islandesa (8 céntimos por acción).

Los malogrados A330 de WOW Air (Foto: Anna Zvereva)

¿Tenía sentido tener dos aerolíneas en un país de 350,000 almas explotando el mismo modelo de negocio? Poco. ¿Tenía sentido competir en las mismas líneas que lo hace la aerolínea de bandera? Todavía menos. De 60 rutas que suman entre las dos aerolíneas, 19 se solapaban entre ellas… una locura que minaba la capacidad de ambas.

En cuanto la crisis desapareció, el mercado se normalizó de nuevo y el petróleo comenzó a subir… WOW comenzó a sufrir. De hecho lleva unos meses buscando dinero debajo de las piedras puesto que tan sólo un 5% de sus arcas era capital propio. En verano lanzó unos bonos para capitalizarse que terminaron en un rotundo fracaso y en septiembre tuvo que acudir a los bancos locales para conseguir cash con el que seguir operando. ¿El resultado? Ninguno de ellos les dio ni un penique.

WOW las veía venir del mismo color que su librea: moradas. Primero porque Icelandair ganaba dinero y además, es la niña bonita del gobierno islandés: jamás le faltará dinero. Y segundo porque WOW tenía que hacer frente a los enormes gastos de tener una flota sobredimensionada (a pesar de tener el 100% de la flota en leasing). ¿Iba a sobrevivir al invierno en un mercado tan estacional como el transatlántico? Complicado. Ese cierre de puertas de los bancos fue la estocada final.

Pero ¿por qué WOW no ha desaparecido y ha sido comprada por Icelandair? ¿Qué le costaba a Icelandair ver el cadáver de su competidor pasar por delante de su puerta? Pues la respuesta está en el poder del turismo en la pequeña Islandia. Y es que la pequeña isla vikinga es uno de los países que más depende del turismo, hasta un 45% de su recuperación tras su devastadora crisis financiera de 2008 (recordad que ni siquiera quiso rescatar a ninguno de sus tres bancos) se debe al turismo… ¿de verdad iban a prescindir tan fácil de WOW? No. Un simple dato: el 11 de septiembre la corona islandesa perdió un 2% de su valor en un único día al saberse que WOW estaba en la cuerda floja y, al mediados del mes, ya se había dejado un 6% de su valor frente al Euro, todo ello simplemente porque se tambalease una aerolínea lowcost…

Ahora Icelandair comandará WOW como marca diferenciada pero bajo un único mando. Se racionalizarán rutas y flota (la de contratos leasing que se van a cancelar…) y por fin se pondrá fin a una de las batallas más absurdas de los últimos años en la aviación comercial: la de un país de 350,000 almas teniendo dos aerolíneas compitiendo bajo el mismo modelo de negocio y siendo redundantes en la mitad de sus rutasComo cantaba el Gran Combo de Puerto Rico: No hay cama pa tanta gente.