Si seguís este blog por Twitter probablemente ya sabréis que hace unas semanas tuve la suerte de poder volar en el 787 de Qatar en Business en la ruta de Madrid a Doha. Como uno no tiene la oportunidad cada día de volar en la mejor aerolínea del mundo según Skytrax, nos vamos a estrenar en esto de los «Trip Reports» que tanto se llevan últimamente en los blogs (incluso hay una web dedicada exclusivamente para ello como Flight Report) por todo lo alto.
Vuelo QR152 Madrid – Doha, Boeing 787-8
Siempre me he declarado un firme defensor de las aerolíneas de bajo coste: la auténtica revolución y democratización de transporte aéreo comercial llegó de su mano. Mi lindo trasero se ha posado en cientos de vuelos si sumamos Ryanair, Vueling o easyjet (y que sea por muchos años, yo disfruto cualquier vuelo)… así que más o menos podéis entender mi reacción cuando en una aerolínea me tratan como si fuese el Maharaja de Karputhala: este post podría haberse titulado perfectamente «Vivencias de un novato viajando en Business«.
Bueno, os voy a ahorrar las fotos del aeropuerto porque Barajas la tenéis todos más que trillada. Así que tras pasar por la sala VIP (esto si que había podido disfrutarlo antes) me dirigí al «bichín» (NOTA: las fotos están sacadas con mi móvil… algunas fotos parece que en vez de un avión lo que se muestra es una cara de Bélmez).
Comenzaba la Operación Business Qatar:

Tal y como os digo… por ahora, poco mejor puedo sacar de mi móvil!!
Fase I: pasar el embarque como si uno volara en Business día sí y día también
Si habéis pasado por un situación igual alguna vez sabéis a lo que me refiero: a nadie le guste que se le note que es la primera/segunda/tercera vez que vuela en Business y menos delante de tanto pez gordo con tarjetas de fidelidad «platino-tugnsteno-grafeno» y trajes caros.

Dia 12: todavía no se han dado cuenta de que soy una berenjena
La cosa comenzó mal: me entretengo en la sala VIP y el embarque prioritario queda en el olvido: entro el último en el avión. OK! Todos diréis: «pues vaya chorrada macho». Meeec! Error! Para un viajero normal como tu y como yo si. Para alguien que viaja siempre en Business también… ¡Pero para un simple mortal que viaja en Business de uvas a peras no! ¡¡Si yo viajo en Business una vez en la vida quiero aprovechar absolutamente todo!! (¿como los empachos que nos pegamos todos los españoles cuando vamos a un hotel con desayuno de buffet libre? ¿comiendo en cantidades industriales «porque es gratis«? Pues eso versión aeronáutica…)
Bueno, pues yo con mi chandal bien cómodo (no entiendo como esos señores pueden ponerse tantas horas en un avión con americana, camisa, mocasín y pantalón de pinzas y salir horas después impolutos) me dirijo a la puerta de embarque con cara de que esto del business es el pan nuestro de cada día para un servidor. A todo esto la señorita me dice muy amablemente:
- «Disculpe caballero, esta es la entrada de clase business, ¿vuela usted en clase business?«
WTF! ¿Llevo escrito en la cara «soy nuevo en esto de volar a tuttiplen«?
- «Claro, por supuesto, aquí tiene» tuve que decir como si eso no fuese conmigo y fuese una especie de George Clooney en «Up in the Air» (¡dignidad ante todo compañeros!)
Fase I Completada: por ahora he conseguido disimular que lo más lujoso que he viajado en mi vida es cuando me dieron de rebote asientos de salida de emergencia de Ryanair…
Fase II: no te pongas a hacer fotos como un loco
Nada más entrar al 787-8 encontramos la primera sorpresa (de la cual no tengo foto por cierto): no encontraréis un galley ni un baño ni absolutamente nada que obstruya la vista de la cabina, es completamente diáfana la vista de la cabina de Business, lo único que tenemos al frente es la barra del bar del avión. Punto a favor de Qatar: adiós a la sensación de entrar en una lata de sardinas. La cabina del 787 es espectacular: lo que más llama la atención es su espaciosa cabina (veremos cuando pruebe la del A350 que es casi 20 cm más ancha).
Además Qatar hace uso a la perfección del Sky Interior (luces led) del 787-8 y crea una atmósfera diferente nada más entrar al avión.

Mucha biutiful pipol por aquí. La cabina destilaba glamour, gallardía, bonhomía y saber estar por doquier…
Los TCPs muy serviciales ellos te reciben formidablemente, tanto que (otro punto a favor para Qatar) se me acerca un chico, me dice con un inglés perfecto con acento de Wichita su nombre y me informa que iba a estar a mi servicio durante todo el vuelo.
Mucha gente mona con cara de tener un gritón Avíos en la Iberia Plus así que no debía caer en la tentación aerofriki de hacer fotos como un loco: «No te pongas a hacer fotos como un loco… no te pongas a hacer fotos como un loco…» me repetía una y otra vez. ¡¡Pero la carne es débil!! Eso sí, con dignidad: ¿igual que cuando se te escapa un pedete y toses o haces un ruido con algo que tengas cerca para intentar disimular? Pues exactamente lo miso para disimular que estas fotografiando absolutamente todo: posiciones inverosímiles para una foto de un asiento, hacer fotos con una mano mientras con la otra navegas por le menú del IFE… todo para intentar disimular.
La configuración es la ya conocida 1-2-1, así que era de cajón que iba a pillar un asiento de ventanilla: aquí el asiento 4A de Business del 787-8 de Qatar que quedó el año pasado el segundo mejor del mundo detrás de Cathay en Skytrax:

Pedazo de almohada XXL!! No es la Therapy Pillow que anunciaba «La Tienda en Casa» pero bien mullidita
Lo primero que llama la atención es EL PANTALLÓN de 17 pulgadas que parece la Telefunken PALColor de mi casa en los 90. En este caso sí: el tamaño importa.

Ay! Si al menos me pusiesen «Que vienen los socialistas» o «Crisóbal Colón: de oficio descubridor«…
En segundo lugar me llama la atención las maderas de las molduras: en Iberia (la primera y última vez que había volado en Business fue con ellos) era todo más plastiquero. En este caso tan solo son molduras pero sin duda alguna le da un toque de distinción e incluso de sensación de robustez. Por cierto, el sillón además de reclinarse 180º y sus diversos modos de masajes tiene una combinación de movimientos asombrosa: incluso si tienes cuerpo de Cuasimodo hay alguna manera de hacer encajar tu cuerpo al asiento.
Otro de los aspectos que también hay que destacar del servicio de Qatar es el ofrecimiento de una bebida y snack nada más entrar en el avión que es común para cualquier clase business que se precie, pero en este caso no pasan con una bandeja comunal llena de aguas, zumos y cocacolas para todos sino que puedes elegir a la carta lo que vas a tomar en ese pequeño snack mientra termina el embarque y comienza el taxi. Es un detalle nimio pero son de los que marcan la diferencia: cuando te estás dejando un gúgolduplex de euros en un billete business cualquier detalle de distinción o consideración es más que bienvenido.
Y poco después uno de los platos fuertes: el pijama (y no, no me refiero al flan con nata y piña+melocotón en almíbar que te comías en los 90 en cualquier restaurante digno).

Yo esperaba uno de Hello Kitty o de cuadros… pero no, mi gozo en un pozo!
Consejo: dejaos aconsejar por el personal que saben más o menos las tallas. A mi me ofrecieron una mediana y con mis 1,80m de altura les dije muy educadamente que no, que quería uno de la «L»… pues bien, esa «L» ahora mismo podría utilizarse de mantel de mi casa en la cena de navidad y cubriría las cuatro esquinas de la mesa sin quedar escaso… ENORME.
Otra de las cosas (aparte del asiento que ya os digo, parecía una nave espacial) que más me impresionó (aunque ya sabía más o menos lo que me iba a encontrar) fueron las ventanillas ventanas XXL del Boeing 787. ¡Qué gozada! Jamás había lamentado tanto volar de noche (y por ende no ver un pimiento a través de ellas y poder disfrutar de su generoso tamaño):

Se acabó usar el término «Ventanilla» en el 787: hagan paso al término «VENTANA«
Además fijaos en ellas… ¿Qué echáis en falta? Efecitiviwonder (qué rancio es esta expresión pero cómo me gusta): no tiene «persiana» de plástico. Otro día os cuento el curioso sistema que utiliza para «tintar» las ventanas y dejar pasar menos luz sin tener que hacer uso de ningún mamparo. Comparado con las ventanillas del 777 o del A330 que volé a la vuelta SE NOTA la diferencia a simple vista.
Fase III: sentarse y a toquetear
Entonces es cuando llega el placer máximo: reposar tus gloriosas nalgas (no digo culo que desde Latinoamérica me dicen que suena muy mal…) en el asiento business. Y como no lo primero juguetear con los mil recovecos que escode este asiento:

Botellín de agua y Cascos en el reposabrazo izquierdo (si me llegan a poner una botellita de DYC con cola les prometo amor eterno!)
Los cascos son excelentes: el sistema de cancelación de ruido funciona de maravilla y eso sumado al poco ruido que hace el 787 resulta en que cada vez que te pregunte algo un TCP tengas que quitarte los cascos porque estás más sordo que una tapia. Creo que eran Bose (creo, pero ahora no me acuerdo mu bien), de lo que si estoy seguro es que no he tenido unos mejores cascos volando jamás:

La envidia de Pastis&Buenri o Chimo Bayo en los 90!
Y como no, otro de los must que te vas a llevar a casa de recuerdo: el neceser. Para seguir con el lujo la marca del mismo es de Giorgio Armani (y eso que yo con un Tulipán Negro o Fà me conformo) y otro detalle a tener en cuenta es que es personalizado por sexo (no creo que a la chica que tenía a mi lado le dieran un After Shave). Volvemos a los pequeños detalles: lo más cómodo para una aerolínea es crear un neceser unisex como el que me dieron pocos días después en Iberia, pero que te den un neceser personalizado es otro acercamiento al cliente.

«Aqua de Gio, de Giorgio Armani» (esto último leerlo con la voz del anuncio que todos tenéis en la cabeza…)
No os voy a mentir, tampoco había mucho más adentro aparte de los tapones para oídos, antifaz para la luz, calcetines… el de Iberia tiene más potingues.
Fase IV: hora de comer, elije el vino más raro para dártelas de experto
¿Cuantos briks de Don Simón engulliste en tus años mozos con tu amigos en las fiestas del pueblo? ¿Cada cuanto sueles beber vino australiano o japonés? Pues eso: hay que aprovechar. Si hay algún lector psicologo en la sala probablemente podrá explicar por qué todos nosotros cuando nos ponen una carta de vinos delante con procedencias exóticas tendemos a elegir el más raro que aparece («a ver a qué sabe esto leñe!«). Poco antes de despegar repartieron entre los pasajeros la carta de la cena para ese día (punto a su favor, normalmente te lo dan una vez despegado y te vienen a tomar nota casi enseguida!). La carta es todo un festín:
Banquete de lujo by Qatar
Hasta nuestra amada tierra
Antes de que comience la cena te sirven un pequeño ágape para entrar en calor. En este caso un vino australiano y unos frutos secos que estaban gloriosos!

Bogart viendo como me jalo un rico bol de frutos secos que te dan mientras esperas de cenar
Y poco después llegó la cena. Para comenzar un «Arabic spiced lamb shank with machiboos sauce» (osease, un cordero con couscous y una salsa con dátiles que te subía al cielo):

Cordero deshuesado con couscous y salsa de algo que todavía no sé qué es pero que estaba escándaloso
Para seguir un platito de queso (algo muy francés, ¡pero es que Qatar te pone una quesería entera!):

Oh! Mon Dieu! encima con uvas oye!
Y ya de traca final una tarta de mora con miel, mascarpone y chocolate blanco (ATENCIÓN: se avisa que si está a dieta la imagen siguiente puede herir su sensibilidad):

¡¡CONCHANUDO!! (…que decían las Tortugas Ninja)
No hace falta decir que con semejante festín eso más que la comida de un vuelo parecía una boda gitana… solo faltaba que apareciese por ahí alguien cantando «Qué guapa va la noviaaaa, ole ole oleee…«.
Así que entre el efecto de la comida y del vino uno ya estaba con un sueño que no podía con su alma. Era momento de probar el asiento en modo cama. Y aquí tengo un pero (parece mentira, pero así es): el espacio que deja disponible el asiento para mover los pies una vez se pone a 180º es bastante escaso. Si te gusta tener las piernas separadas y no puestas en modo sarcófago de Tutankamón… vas a estar algo molesto. Quizá sea la única pega que le pongo aunque para mi es importante, estiré mejor las piernas en el asiento del 777 o del A330 (ambos de Qatar) que son abiertos que en este. Eso sí es sin duda alguna en asiento más mullido en el que he viajado. Porque por mucho que se tumbe un asiento 180º hay más de uno que es digno de un fakir, pero este es el que más se parece mucho al concepto «cama» que tenemos todos en mente.

Si eres Pau Gasol estarás un poco justo, eso sí: bien mullidito. solo faltaba
Otro aplauso y esta vez es para Boeing: anuncian a bombo y platillo que el aire del 787 es el más respirable de cualquier avión comercial. Bien: pues es cierto. ¿Cuantas veces os habéis levantado con la garganta reseca después de echaros una cabezadita en un vuelo de varias horas? Cuatro horas roncando a pierna suelta y me levanté sin la lengua como una lija ni la nariz congestionada. A favor de los de Chicago debo jurar y perjurar que desconocía que el 787 tenía una serie de filtros y sistemas de recirculación y humidificación que hacían tener un aire más limpio en cabina hasta que, dado el excelente estado con el que me levanté del sueño, estuve buscando en Google durante un rato y me informé de esta característica. Chapó Boeing/Qatar.
Ah! para terminar otro detalle que marcha la diferencia respecto a otras aerolíneas: los baños de Qatar también ofrecen productos de primera línea como «Rituals», cuchillas de afeitar desechables o cepillos de dientes. Otro detalle que marca la diferencia:

Crema de manos y ambientador de primera clase. Yo con Deliplus me conformo pero esto son detalles de calidad.

A la derecha maquinitas de afeitar desechables y cepillos de dientes con su correspondiente pasta.
Misión cumplida
Y poco más. A eso de las 5 de la madrugada llegábamos a Doha. La primera vez que volaba con Qatar y la primera vez que volaba en el Boeing 787 y solo puedo decir bondades. Cuando uno vuela en una compañía que ofrece este nivel en sus servicios (y a unos precios más que competitivos) entiende que no basta en escudarse en unas posibles subvenciones (como dicen numerosas compañías occidentales) para entender el éxito de aerolíneas como Qatar sino que el servicio que ofrecen a bordo está realmente un escalón por encima del resto. El trato ultrapersonalizado, los productos que ofrecen a bordo o su sistema de entretenimiento hacen que si bien sigas siendo «el del asiento 4A» a efectos prácticos, te hagan sentir durante unas horas como un pasajero especial.
Si vuelas en el 787 de Qatar en Business estarás combinando lo más puntero en tecnología aeronáutica con lo más selecto que se puede experimentar hoy en día en un avión. No nos engañemos: volar en business es una experiencia genial en cualquier aerolínea, cierto, pero Qatar ha conseguido elevar esa sensación a otro nivel.