¿Recordáis cuando hace unos meses os hablé de la construcción de uno de los aeropuertos más remotos de la tierra? Estamos hablando del aeropuerto de Santa Elena, territorio británico de ultramar situado enfrente de la costa de Angola, en el Atlántico. Quizá os suene el nombre de la isla porque fue donde Napoleón Bonaparte pasó los últimos años de su vida en el destierro.
Como ya os contaba, el nuevo aeropuerto iba a servir de catapulta al turismo (sobre todo británico) en la isla, así que la inversión de más de 285 millones de libras estaba justificada no solo por sacar del ostracismo a sus habitantes sino por la fuente de ingresos que suponía para los isleños. Bien, pues a día de hoy no sabemos si el aeropuerto de Santa Elena llegará a usarse comercialmente algún día puesto que su ubicación ha resultado ser demasiado ventosa para que puedan aterrizar aeronaves con plena seguridad. Al parecer los fuertes vientos cruzados en la pista son mucho más fuertes de lo esperado.

Recreación de lo que iba a ser la terminal de pasajeros de Santa Elena… por ahora vacía (Foto: Saint Helena airport)
Si nos pensábamos que en España somos los únicos a los que nos gusta tener aeropuertos sin pasajeros estábamos equivocados. Al parecer el comienzo de las obras se debió más a intereses políticos que a atendiendo a informes técnicos: tres años después de que se decidiera la localización final del aeropuerto se recibió el informe del Servicio Meteorológico del Reino Unido (Met Office) que desaconsejaba esa situación debido a los fuertes vientos de la costa.
Como podéis pensar los más de 4,000 habitante de la isla ya están uniéndose para denunciar a la metrópoli aduciendo inversiones en infraestructuras hoteleras y de ocio que (de momento) se quedarán criando polvo durante una larga temporada. Pero eso no son todos los problemas que intentan abordar ahora desde Londres: al parecer habrá que seguir costeando las 6 millones de libras anuales que cuesta fletar el RMS Saint Helena, barco que une la isla a Ciudad del Cabo una vez al mes.

Primer 737-800 de Comair haciendo tomas en el aeropuerto de Santa Elena para su certificación (Foto: Paul Tyson)
¿Y las aerolíneas?
Siguen los problemas. Al parecer el gobierno de Londres había llegado a un acuerdo con COMAC (subsidiaria sudafricana de British) para financiar el coste de los vuelos desde Ciudad del Cabo a Jamestown. Bien, ahora COMAC le reclama 5 millones de libras como compensación a las pérdidas de no poder operar la ruta. Al final el sueño de abrir el aeropuerto de Santa Elena se va a convertir en una pesadilla de dinero público dilapidado.
En fin, un desastre digno de nuestros Ciudad Real, Murcia, Huesca, Albacete… ¿O acaso se pensaban ustedes de que eramos los únicos desastres en cuestiones de planificación aeroportuaria? En todos sitios cuecen habas…